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¿Para qué sirve la terapia de grupo y a quién está dirigida?

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La terapia de grupo es una modalidad psicoterapéutica en la cual varias personas se reúnen regularmente para compartir experiencias, explorar sus emociones y trabajar en la resolución de conflictos personales, todo ello bajo la dirección de uno o más profesionales de la salud mental. A diferencia de la terapia individual, en la que el intercambio ocurre únicamente entre el terapeuta y el paciente, en la terapia de grupo se fomenta la interacción entre los participantes, lo que genera un entorno enriquecedor basado en la empatía, la comprensión compartida y el aprendizaje colectivo.

En la realidad, las sesiones de terapia grupal suelen extenderse entre 60 y 120 minutos y pueden incluir de 5 a 12 integrantes, en función de la orientación terapéutica y los propósitos del grupo. Hay varios métodos, como la terapia psicoanalítica grupal, la cognitivo-conductual, los grupos de apoyo o los modelos enfocados en soluciones. Cada tipo de estos métodos atiende a necesidades y perfiles particulares de los presentes.

Principios fundamentales de la terapia de grupo

La eficacia de la terapia grupal se fundamenta en principios esenciales:

  • Unidad grupal: el sentimiento de pertenencia y aceptación por parte del grupo es un aspecto esencial. Al sentirse comprendidos, las personas reducen su percepción de aislamiento y encuentran validación para sus vivencias.
  • Reflexión y aprendizaje a través de otros: al escuchar las historias de los demás, los participantes pueden verse reflejados en sus compañeros, comprender sus propias emociones y aprender a manejar situaciones similares observando nuevas técnicas y maneras de pensar.
  • Mejora de habilidades interpersonales: la interacción en el grupo brinda un espacio seguro para practicar la expresión de emociones, la asertividad, el establecimiento de límites y la empatía, capacidades esenciales tanto dentro como fuera del entorno terapéutico.

¿A quién beneficia la terapia grupal?

La terapia de grupo está dirigida a una amplia gama de personas que enfrentan distintas circunstancias personales y emocionales. Sus beneficios han sido documentados en estudios científicos y experimentados por innumerables participantes en contextos diversos. A continuación, se detallan algunos perfiles para quienes la terapia de grupo resulta especialmente valiosa:

  • Personas con alteraciones del ánimo: quienes enfrentan la depresión, la distimia o algunos tipos de ansiedad encuentran en el grupo un lugar para expresar sus desafíos sin miedo a ser juzgados.
  • Juventud y adolescentes: en este periodo de transformaciones, el grupo puede brindar apoyo, aprendizaje comunitario y un sentido de inclusión.
  • Individuos con dependencias: la terapia grupal es fundamental en el tratamiento de adicciones a sustancias, juegos de azar u otras conductas compulsivas. El apoyo entre pares promueve la continuidad en los procesos de recuperación y ayuda a evitar recaídas.
  • Personas con enfermedades crónicas o terminales: compartir temores, frustraciones y esperanzas permite que quienes tienen enfermedades prolongadas encuentren en el grupo apoyo emocional y comprensión.
  • Procesos de duelo y pérdidas: la experiencia de pérdida puede ser aliviada al encontrar personas que pasan por situaciones parecidas, facilitando el procesamiento del dolor.
  • Víctimas de abusos o violencia: el grupo puede ser una vía para salir del aislamiento y el silencio, contribuyendo a reconstruir la autoestima y la sensación de seguridad.
  • Personas que buscan crecimiento personal: aparte de los diagnósticos, muchas personas buscan grupos para trabajar en su confianza personal, gestión emocional y autoconocimiento.

Modelo de estudio de caso

Consideremos el caso de un grupo de personas que padecen ansiedad social. Inicialmente, la asistencia a un espacio grupal puede resultar intimidante, sin embargo, al avanzar las sesiones, los miembros comienzan a notar modificaciones en su comportamiento: algunos logran expresarse por primera vez en público, otros aprenden a pedir ayuda o a establecer relaciones más sanas fuera del contexto terapéutico. Los progresos individuales se ven potenciados por el acompañamiento de los compañeros, quienes aportan recursos prácticos y una mirada comprensiva, facilitando el cambio conductual mediante pequeñas metas compartidas semana tras semana.

Resultados verificados y restricciones

Investigaciones llevadas a cabo por entidades como la Asociación Española de Neuropsiquiatría indican que la terapia grupal puede ser tan efectiva como la terapia individual en el abordaje de condiciones como la depresión, los trastornos de ansiedad y los conflictos en las relaciones interpersonales. Los participantes mencionan entre sus avances un aumento en la autoestima, una disminución del estigma sentido y una reducción en el sentimiento de aislamiento.

Sin embargo, no todas las personas se benefician por igual. Por ejemplo, quienes atraviesan fenómenos psicóticos agudos, presentan graves dificultades de comunicación o tienen un alto riesgo de autolesión requieren intervenciones personalizadas y una valoración clínica rigurosa antes de sumarse a un grupo terapéutico.

Aspectos a tener en cuenta al seleccionar la terapia grupal

La decisión de incorporarse a una terapia de grupo debe ir acompañada de una evaluación profesional. La composición del grupo, el nivel de confidencialidad, la capacitación de los facilitadores y la claridad en los objetivos son elementos críticos para el éxito del tratamiento. Es recomendable preguntar sobre la modalidad (abierta o cerrada), la frecuencia, el enfoque teórico y la experiencia de los terapeutas coordinadores antes del ingreso.

Elegir la terapia de grupo puede representar un avance significativo hacia la autorreflexión y la transformación personal, mejorando la habilidad para enfrentar problemas y desarrollar nuevos mecanismos de acción basados en la experiencia compartida. La capacidad curativa del grupo radica en la oportunidad de relacionarse con otros en un ambiente seguro y de respeto, fomentando un desarrollo que va más allá del individuo y se enriquece con el aprendizaje común.

Por Otilia Adame Luevano

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